viernes, 28 de febrero de 2014

La Torre Oscura I: El Pistolero, de Stephen King

«El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él.» Estas palabras las escribió Stephen King en 1970, cinco años antes de la publicación de su primera novela, y con ellas abrió la puerta a un nuevo mundo que muchos lectores todavía no conocen bien. De esta forma se inició una fantasía épica en siete tomos, La Torre Oscura, que ya se ha convertido en un clásico del género. Stephen King tardó treinta y tres años en terminar el ciclo. Ahora, por primera vez en castellano, ofrecemos la versión revisada de este primer volumen, enriquecido con las ilustraciones de Michael Whelan para una edición limitada que publicó Donald M. Grant en 1982, junto con una nueva introducción y un prólogo del autor.

En un mundo extrañamente parecido al nuestro Roland Deschain de Gilead persigue a su enemigo, el hombre de negro. Roland, solitario, quizá maldito, anda sin descanso a través de un paisaje triste y abandonado. Conoce a Jake, un chico de Nueva York pero de otro tiempo, y ambos unen sus destinos. Ante ellos están las montañas. Y mucho más allá, la Torre Oscura…”

Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que leí esa primera línea con que comienza la saga.

Me hallaba entre dos estanterías de la Biblioteca Comfama de la ciudad de Medellín. Corría el año 2002 y, a esa altura, llevaba cuatro libros del Maestro del Terror en mi haber. Por ese entonces ya era un ratón de biblioteca y, más aún, ya era fan declarado de Stephen King y tenía pensando leerme todo lo que se me atravesara. Solía pasarme por dicha biblioteca en busca de nuevos ejemplares —la mayoría de su obra mantenía prestada, de modo que había que estar yendo con frecuencia—, y cuando vi el primer volumen de la saga no dudé en echarle mano y hacer lo primero que hace uno cuando va a prestar un libro: abrirlo y leer la primera línea y/o el primer párrafo.

Entonces leí lo siguiente:

“El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él”.

De inmediato esa frase encendió una luz en mi cerebro y como en un torbellino rondaron montones de posibilidades. ¿Qué desierto era ese? ¿Quién era el hombre de negro? ¿Qué clase de pistolero era el que iba en pos de esa búsqueda? ¿Por qué iba tras el oscuro sujeto?

Me llevé el libro a casa y, hechizado, lo leí en un par de días.

Descubrí que el pistolero era Roland Deschain, de la ciudad de Gilead, último de una antigua estirpe de pistoleros. El desierto era el desierto de Mohaine, a través del cual Roland llevaba persiguiendo al hombre de negro por un tiempo del que ni él mismo estaba seguro. El hombre de negro hacía parte del pasado del pistolero, y tenían una deuda que saldar. Pero ¿qué relación había realmente entre ambos?

Eso estaba por verse…

A primera vista todo lucía como una historia del Viejo Oeste, pero muy pronto descubrí algo de vital importancia para entender a ciencia cierta la saga: el mundo se había movido. Era un mundo directamente conectado con el nuestro, pero por alguna razón todo era un poco diferente. Había chozas y tabernas, diligencias y caballos, castillos y grandes señores —al menos hasta que Roland era aún un adolescente—, pero pinceladas de tecnología muerta aparecían aquí y allá, un tanto ominosas, sembrando la duda de en qué mundo se movía realmente el pistolero…

Había flashbacks, idas y vueltas, atisbos de la juventud de Roland y del comienzo de su búsqueda, había dudas que parecían no ser resueltas, pero en el lejano horizonte de la historia algo se levantaba sin ambages ni rodeos: la Torre Oscura, a la que Roland esperaba llegar algún día, aunque se le fuera la vida en ello…

En realidad ese primer volumen, titulado por aquél entonces La Hierba del Diablo, generaba más preguntas que respuestas, y en honor a la verdad no era el libro más entretenido de Stephen King que había leído, pero tenía una magia especial, un encanto que no sabría muy bien cómo describir. Dicen por ahí con respecto a la saga que “el primero intriga, y el segundo engancha”. Y es verdad. El primer volumen es tan solo un preámbulo de lo que viene después.

Por cosas del destino, con el pasar de los años terminé leyendo ese volumen en tres ocasiones, pero solo hasta ahora, después de casi nueve años de haberlo leído por última vez, he tenido la oportunidad de leer finalmente la versión revisada y ampliada, El Pistolero, que Stephen King publicó en 2003 como antesala de los últimos tres libros que cierran la serie.

Era una deuda pendiente, y confieso que tenía muchas expectativas. Lo único que sabía de los cambios era lo que había leído en los números 77 y 78 de la Revista Insomnia, en los cuales se hace un exhaustivo estudio de todo lo nuevo que trajera en su momento la nueva edición.

Pues bien, a pesar de ser ya la cuarta vez, debo decir que lo he disfrutado mucho. Más aún puesto que ha sido una nueva lectura conjunta con mi amada Sadie, quien ahora se inicia en la saga. :) He notado muchos de los cambios y la verdad es que, habiendo leído ya la saga un par de veces, puedo decir que ahora muchas cosas encajan mejor. Es, como dice el propio Stephen King, como si hubiera “enderezado los cuadros, pasado la aspiradora y fregado los retretes”, haciendo que todo luzca un poco más “organizado”, más coherente con los volúmenes posteriores. Sin embargo, puedo decir, contrario a lo que muchos piensan, que La Hierba del Diablo no está muy por debajo y que perfectamente se puede uno iniciar en la saga con la versión original.

Sea como fuere, esta saga tiene algo especial, y el lector que se adentre en sus páginas se verá atrapado, si no en el primer libro, con toda seguridad en el segundo. Nada más esa primera frase hace que uno quiera seguir leyendo y descubrir todo lo que se esconde tras el enigmático pistolero, tras la naturaleza de su búsqueda y lo que hay en esa ominosa Torre Oscura.

Esta edición revisada y ampliada cuenta con una nueva Introducción titulada “Sobre tener diecinueve (y algunas cosas más)”, en la cual Stephen King expone los motivos que lo llevaron a escribir una historia tan ambiciosa a tan temprana edad, y un Prólogo en el que enumera las razones que tuvo para retomar el primer libro y sacar a la luz una versión revisada del mismo. Como siempre, hasta estos textos son también amenos. Por el contrario, el Epílogo original ha desaparecido. Supongo que ahora, con la saga terminada, resulta innecesario.

Las ilustraciones, por cierto, sencillamente impresionantes. 




Largos días y placenteras noches…


;)


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