jueves, 24 de noviembre de 2011

Más Escalofríos… y algo más


En efecto, mi cacería prosigue. :)

El lunes pasado, el día en que hallé el tesoro del cual les conté en la entrada de ayer, me hice con un nuevo lote de números de Escalofríos. En este caso fueron 7 ejemplares, con lo que mi naciente colección (que no tiene ni una semana) asciende a 28 tomos. :)

He aquí la foto del pequeño botín:




Ese día, tal y como adelanté en la entrada del domingo, fui a una librería donde dejé varios libros separados, y donde me proponía cambiar el número repetido que había comprado sin querer en la anterior ocasión. Pues bien, resulta que lo que pensaba sería una compra de 5 o 6 ejemplares, se redujo a 3, pues había uno con la contraportada arrancada. Pero de esos tres, uno me lo canjearon por el repetido, lo que redujo la compra a solo 2, suma que hacía bastante difícil el regateo previsto. XD

La cosa es que uno de mis planes era que también me cambiaran un tomo de mi colección que no tenía número por uno que sí lo tuviera (en las primeras ediciones algunos de los primeros tomos salieron sin numeración), y del cual tenían nada más que tres ejemplares. Pero en ese punto ya me daba física vergüenza pedir más beneficios de los que ellos estaban obteniendo con mi compra, por lo que Calavera puso en práctica sus hasta ese momento desconocidas dotes de prestidigitador, y en un acto digno de Juan Tamariz realizó el intercambio en las narices de los vendedores sin que se dieran cuenta. XD

Lo recuerdo, y no deja de hacerme gracia. XD

Ahora bien, por otra parte, en los pasados días también hice un par de compras interesantes y dignas de mención. :)

Conseguí los tomos 2 y 3 (o debería decir 5 y 6) de la primera trilogía de Star Wars por apenas un dólar. :) Así que la pequeña colección ha quedado completa :




Por cierto, esta trilogía la leí hace años y es buenísima. :)

Y por otro lado, compré un par de clásicos del cine bastante interesantes: Acorralado (First Blood), de David Morrell, novela en la que se basó el primer Rambo y que Luther, del blog FrikiMortis, recomendara muy bien en una entrada publicada hace unos meses. Leí el comienzo y tiene muy buena pinta. El otro es En busca del Arca Perdida, la novelización de la primera entrega de la saga cinematográfica de George Lucas y Steven Spielberg. Este libro lo he leído un par de veces y me encanta, así que quise hacerme con mi ejemplar. :)




Como dato curioso, cabe anotar que The Temple Of Doom y The Last Crusade también se novelizaron, pero al parecer nunca vieron la luz en castellano… :(

Y por último, encontré este tomo de una colección de la que mi querida amiga María Dorrego me hablara hace un tiempo. Se trata de la Biblioteca Universal de Misterio y Terror. Según parece, en ella aparecen principalmente autores españoles, y uno que otro latino o estadounidense, entre otros. Sus relatos son de tintes góticos y un aire muy clásico. Las portadas son geniales, y pinta interesante (de hecho, vi otro par de números por ahí), pero son 40 tomos y no sé si valga la pena darles caza al ser tantos y tan escasos…




En fin. Ya veremos…

Mientras tanto, sigo tras los Escalofríos… :P

:)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Noticias desde La Zona Muerta

La búsqueda de los libros de Escalofríos, la serie de novelas de terror juvenil de R. L. Stine, y de la que hablara en la entrada del pasado domingo, sigue en marcha. Pero dentro de las sorpresas que me ha deparado dicha búsqueda ha sobrevenido una muy inesperada. :)

Nada más ni nada menos que la edición original de The Dead Zone, del Maestro Stephen King, publicada por Viking, en tapa dura y con sobrecubierta:




El pasado lunes, mientras iba a la caza de más números de Escalofríos para mi naciente colección, al pasar por una librería vi una sobrecubierta solitaria sobre los libros de una estantería. Decía “The Dead Zone”. Pero no solo eso; decía “¡Viking!” De inmediato se me abrieron los ojos imaginando la posibilidad de encontrar algo de gran valor, aunque en un comienzo pensé que si la sobrecubierta estaba sola era porque no había libro. Hasta pensé en comprársela por algunos centavillos. :P

Pero al preguntar al dependiente me informó que sí tenía el libro, que lo que pasaba era que pensaba deshacerse de la sobrecubierta por no estar en perfecto estado (aunque la verdad es que está muy bien conservada). ¡Herejeeeeeee!, pensé para mis adentros. ¬¬

El caso es que no la botó, a Dios gracias, y me vendió el libro por la módica suma de 6 dls (luego de algo de regateo por mi parte :P ), sin saber de qué semejante tesoro se desprendía. XD Aún ahora no puedo creer que esta reliquia haya ido a dar por estos lares, y menos aún a mis cadavéricas manos!!! :D

Lastimosamente no es una primera edición (eso sí hubiera sido el golazo del año), pero es una reedición de la original, en un perfecto estado… ¡y es enorme! Al menos para aquellos que estamos acostumbrados a ver el tamaño más pequeño de las primeras novelas de King en castellano…




En la anterior foto se puede observar el lomo del libro y las solapas. :) El mismo tiene un papel con un gramaje bastante alto y todo en él (diagramación, encuadernación, etc…) es perfecto. :D Es una edición alucinante!! :D

Por último, una foto de los cuatro hermanitos. :) La familia crece ¡y uno apenas se entera! XD Además, se puede ver el gemelo de Pomaire (primera edición en castellano), y la diferencia tan abismal de tamaños.
:)




Veo el libro y no lo creo…

:D

lunes, 21 de noviembre de 2011

DEBAJO DE LA ALFOMBRA


Los Renegados presentan:

Los Misterios de Harris Burdick

DEBAJO DE LA ALFOMBRA

Escrito por George Valencia (Calavera)
Basado en una ilustración de Chris Van Allsburg




Pasaron dos semanas y volvió a suceder.



1

Jeremías Uribe pensaba que asesinar y enterrar a su padre al mejor estilo del relato de Edgar Allan Poe sería la solución.
Estaba equivocado.
Lo planeó durante meses, hasta el más mínimo detalle. Desde la forma en que informaría de su desaparición a las autoridades, y las falsas pistas que dejaría días después en la región de los lagos, hasta el método que utilizaría para asesinarlo y posteriormente enterrarlo tras la pared tapiada del extremo norte del sótano.
Lo había planeado meticulosamente, y todo salió bien.
Todo.
Excepto por una cosa.


2

Jeremías era el bibliotecario de Roca del Castillo, un pequeño pueblo situado a medio día en auto de la capital, Nérida, y como tal era un personaje respetado del pueblo, a pesar de que nunca se había casado ni tenido descendencia.
Era hijo único y siempre había vivido con sus padres. Al menos hasta que su madre, una mujer inestable y depresiva, había muerto a causa de una úlcera crónica el año anterior. Todo había ocurrido de repente, y apenas habían comenzado a asimilar la sorpresa de su imprevista enfermedad cuando se vieron ante la dura prueba de sobrellevar su pérdida.
Tres meses, una corta quimioterapia y ¡zas! Adiós mundo cruel. Como suele suceder en estos casos, la rapidez, aunque dura, fue lo mejor.
Ahora, viéndolo en perspectiva, Jeremías había llegado a la conclusión de que la partida de su madre había desencadenado todo. De hecho, era cuestión de tiempo para que tomara la decisión; la enfermedad y posterior muerte de Dolores Uribe solo había sido el detonante.
Lo que no preveía era que aún después de todo su padre siguiera creándole inconvenientes.


Las autoridades se habían tragado todo.
A pesar de que la soltería de Jeremías era motivo de cotilleo de cuando en cuando, era tenido en estima por los habitantes de la Roca, entre ellos justamente los agentes del Departamento de Policía, que en no pocas ocasiones habían pedido su ayuda para el Fondo Benéfico del Departamento, o para alguna consulta especialmente difícil destinada al colegio de los chicos. Así que no había ningún motivo para sospechar, o tan siquiera considerar, que el viejo Jere tuviese algo entre manos.
¿El bibliotecario del pueblo? ¡Por favor! ¡Pero si es una mansa paloma!
Jeremías sabía lo que la gente pensaba de él. Después de vivir durante cuarenta y siete años en el mismo apartado pueblo era imposible resultar indemne al chismorreo. Aun así, había conseguido mantener una precaria privacidad, que a la larga había evitado que la gente se enterara de la tensa situación que vivía en su interior. Sabían que era un hombre solitario, que no se tomaba más de dos cervezas el sábado en la noche, y que coleccionaba estampillas. Un buen tipo, de calvicie pronunciada y gafas de aumento. Pero por lo demás, su vida era un secreto. Él mismo se había asegurado de que así fuera, lo que le había valido cierta ventaja en el momento decisivo.
Así que en la noche del 19 de agosto, casi diez meses después de la muerte de su madre, y con su padre enterrado dos metros bajo tierra y tras un muro de cemento, Jeremías se dispuso a colocar la penúltima y más delicada ficha de su pequeño y macabro plan.


3

Para Martín Henao la llamada de esa noche, aunque inesperada, no revistió mayor anormalidad.
El Jefe de policía estaba de licencia y Leo había ido a comprar algunos refrigerios. Por lo general eran unos cafés grandes con mucho azúcar y unos pasteles, pero cuando el Jefe no estaba, “refrigerios” significaba cervezas con mucho alcohol y unos pasteles.
Eran casi las diez de la noche y Martín comenzaba a adormecerse en la silla del Jefe, con los pies bien apoltronados en el escritorio (hecho que sin duda significaría su suspensión en caso de que el Jefe Estrada se enterara), cuando sonó el teléfono. Martín se espabiló de inmediato, y a punto estuvo de caerse.
—Departamento de Policía —contestó.
—Hola, Martín. Soy Jeremías.
—Hola, Jere, ¿cómo estás? —saludó el agente, quien no recordaba haber recibido un llamada del bibliotecario en los nueve años que llevaba de servicio.
—No muy bien, la verdad.
—¿Pasa algo?
—Es el viejo. No lo veo desde el miércoles.
—Ya veo. —Para Martín la noticia no era ninguna sorpresa. En la Roca no era un secreto la afición del viejo Euclides Uribe por la bebida—. Supongo que ya hiciste las averiguaciones de rutina.
—Nuestra familia es poca, Martín. Bastaron cinco minutos y un par de llamadas para cerciorarme. Nadie sabe nada.
—Ya veo —repitió el agente. Suspiró y se mesó los cabellos con aire meditabundo. Le exasperaba un poco lo inoportuno de la llamada. El plan de ese viernes era amenizar el partido de baloncesto con unas cuantas cervezas, y ahora Jere echaba al traste los planes. Comenzar con el procedimiento de rutina para los casos de desaparición de personas a esa hora de la noche, a esa altura de la semana, justo el día en que los Lakers jugaban con los Spurs, le exacerbaba un poco. Era su deber, sí, pero maldito si estaba de ánimo esa noche para cumplirlo.
Al otro lado de la línea se percibía un silencio paciente.
—No quiero incomodarte, Martín —dijo Jeremías como si leyese los pensamientos del agente—, pero supongo que lo adecuado era avisarles. Mi padre siempre ha sido amigo de la botella, no seré yo quien lo niegue, pero nunca ha faltado a casa. Al menos durante tanto tiempo.
—Descuida, Jere, no es molestia. Es solo que el Jefe no está —se excusó Martín en un arrebato de genialidad—, y no estoy muy acostumbrado a esta clase de procedimiento. —Pensó un poco, decidiendo que después de todo no tenía por qué perderse el partido ni las cervezas. Dejaría el caso pendiente para el día siguiente; Leo sin duda estaría de acuerdo—. Te diré lo que haremos, Jere: mañana, a primera hora, me pasaré por la biblioteca y me dirás si tienes alguna noticia. De lo contrario, iniciaremos la búsqueda. ¿Qué dices?
—Perfecto —aceptó Jeremías sin ningún reparo—. Me parece perfecto.
—Así será entonces.
—Que pases una buena noche, Martín.
—Tú también, Jere.
Martín colgó la bocina, sonriendo bobaliconamente, pensando que sin duda esa sería una buena noche.
En algún lugar del sótano de Jeremías Uribe, el viejo Euclides llevaba cinco días siendo pasto de los gusanos.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Escalofríos, de R. L. Stine


Ahhh… ¡Qué recuerdos! :)


Nunca tuve un libro de Escalofríos, la serie de novelas juveniles de terror escritas por el estadounidense R. L. Stine, pero sí leí algunos de sus libros hace por lo menos mil años. Me los prestó alguien que curiosamente ahora no recuerdo… Sí recuerdo, en cambio, que las historias eran condenadamente atrapantes, y las portadas, ilustradas por el artista Tim Jacobus, absolutamente brillantes… Recuerdo en especial haber leído uno de ellos de tirón en una noche de lluvia, en una época en la que sueños y aventuras cobraban vida con facilidad en nuestra mente inquieta… Recuerdo que veía los libros en las estanterías de la sección literaria de los almacenes de cadena con ojos ansiosos, pero que mi mamá no tenía la facilidad económica para comprármelos…

Es por ello que cuando mi amigo Mauricio Vargas (Luther en el mundo Blogger) publicó hace unos meses una magnífica entrada sobre la serie en su blog Friki Mortis, la faceta nostálgica del empedernido lector que llevo dentro despertó junto con mi vena coleccionista, esta última avivada en el último par de años por el Maestro del Terror. A diferencia de Luther, yo nunca vi la serie televisiva basada en la serie de libros (aunque no dudo de su palabra cuando dice que no igualaban ni de lejos a las novelas), pero su entrada me hizo recordar los gratos momentos que pasé leyendo las historias de Stine, las veladas en las que el amor por el género del terror comenzó a germinar. Además de eso, repito, el bicho coleccionista, dormido temporalmente al haber llegado casi al final de la colección de Stephen King, me picó de nuevo con singular fuerza.

En su momento investigué un poco y me perdí en el sinfín de títulos y colecciones… Con el pasar de los días, y sin trabajo y dinero para darle gusto al bicho, lo olvidé un poco, pero la inquietud quedó ahí…

Pues bien, hace poco fui a fisgonear libros, solo por mirar, pues ya no me hago ilusiones de encontrar algún libro del Maestro que me interese, y me enseñaron un par de Escalofríos… :D En ese momento el bicho despertó y compré ambos ejemplares. Eso fue hace un par de semanas. Ayer, ya con algo más de dinero (en la anterior ocasión mi bolsillo estaba en sus últimas), regresé y comencé a indagar un poco. Resulta que el mercado de estos libros se mueve, y encontré unos cuantos números, con esos sonoros títulos y esas magistrales portadas que tan atractivas nos resultaban de chicos.

Comencé comprando tres en la librería de un amigo, al que le comenté mi nuevo interés. Allí él me contó que los libros de la serie tenían también su pequeño mercado de fanáticos, entre ellos un chico de apenas unos diez años de edad que, según me contó, iba cada semana a buscar los libros que le faltaban de la colección. Pues bien, por cosas del Ka, el chico, acompañado de su padre, apareció justo en ese preciso instante. :P

—Hablando del Rey de Roma, y el que se asoma —dijo mi amigo, divertido—. Este es el chico del que hablábamos.

Saludé, y le interrogué sobre su interés por los libros y el estado de su colección. El chico parecía saberlo todo sobre R. L. Stine. Dijo tener casi toda la colección (a falta de unos cuatro o cinco), que en la edición latinoamericana publicada por Norma estaba compuesta por cuarenta y pico de ejemplares, y que también tenía en su haber varios números de las otras colecciones. Puesto que todo indicaba que yo me le había adelantado, le enseñé los títulos que había comprado. Los miró, y con aire suficiente dijo que ya los tenía. Ver al chico, quizá más interesado por los libros que por los videojuegos, me recordó al niño que fui, y que aún hace de las suyas en mi interior… Le dije que era genial que le gustara ese tipo de literatura, y le aseguré que muy pronto seguiría con Stephen King.

Su padre me miró con terror mal disimulado, quizá pensando en qué nuevos macabros gustos adquiriría su hijo con el tiempo… XD Acto seguido, me despedí y seguí mi camino…

Ya tenía en mente a qué otros puestos de libros iría, pero antes pasé por una librería que se veía especialmente poblada de viejos volúmenes. Pregunté y, ante mi sorpresa, el tipo sacó una veintena de ejemplares…

Y aprovecho aquí para hacer un paréntesis: Escalofríos fue la primera serie publicada por Stine, pero mucho después aparecieron otras series o refritos con otros títulos, ya sin la magia de aquella primera colección. Hay una llamada Escalofríos 2000, otra La Calle del Terror, una más titulada Fantasmas, entre otras, pero para aquellos que crecimos con la colección Escalofríos ninguna se compara con ésta, ninguna tiene esa magia, ese atractivo que nos llamó tanto la atención en su momento.

Y digo esto porque de la veintena que me enseñaron pensé que la mayoría sería de esas otras colecciones (como ya me había pasado en otro par de puestos), algunas de las cuales tienen unas portadas simplonas con dibujos que dejan mucho que desear. Pues bien, resultó que todos y cada uno de los números pertenecían a Escalofríos. De inmediato mis ojos brillaron con avidez ante semejante visión. Me di gusto viendo portadas y títulos que jamás había visto, y luego de escoger y negociar con el dependiente le compré nada más que un lote de 15 libros…


lunes, 7 de noviembre de 2011

ARCHIE SMITH, NIÑO MARAVILLA


Los Renegados presentan:

Los Misterios de Harris Burdick

ARCHIE SMITH, NIÑO MARAVILLA

Escrito por George Valencia (Calavera)
Basado en una ilustración de Chris Van Allsburg




Una vocecita preguntó: —¿Es él?



1

El bate de béisbol descansaba junto al alféizar de la ventana, como un mudo centinela montando guardia en la habitación de Archie. Y es que si había un objeto en aquella alcoba que mereciese el título de guardián, no había duda de que era aquél bate: testigo de triunfos y alegrías; tristezas y derrotas; tardes de carreras, strikes y home runs.
Y ahora testigo de lo que iba a ocurrir.
Aunque el chico que dormía plácidamente en la cama no lo sabía, en la tierra de la cual provenían los visitantes que estaba a punto de recibir era conocido como el Niño Maravilla. Para sus vecinos, amigos y compañeros de clase, incluso para los padres que tanto lo querían, él era simplemente Archie Smith. No era el alumno más aventajado de la clase, no tenía ningún talento asombroso (al menos que él supiera), ni era especialmente bueno para las matemáticas, pero aún así era un buen chico, y sus padres estaban muy orgullosos de él.
Ahora disfrutaba del sueño de los justos. Archie nunca se acostaba más allá de las nueve de la noche, excepto en el fin de semana, cuando se quedaba viendo alguna peli o se iba a pasar la noche en casa de Thomas, su mejor amigo. Eran memorables esas noches, Archie las esperaba con ansias. A sus once años, su mente soñadora seguía intacta, y nunca se había escuchado hablar de una noche de sábado en la que a Archie no se le hubiese ocurrido algún novedoso juego para poner en práctica.
Pero ahora era miércoles, no sábado, y Archie dormía profundamente en su alcoba del segundo piso. Excepto por el hecho de que era mediados de octubre y tanto la fiesta de Halloween como su cumpleaños estaban cada vez más cerca, era una noche como cualquier otra.
Al menos hasta que las campanas de la capilla del Santo Redentor dieron las doce.


2

En ese momento, justo después de la última campanada, media docena de globos luminosos de vivos colores se colaron por la ventana de la habitación, provenientes del jardín. Si Archie tuviese perro, éste seguro habría armando un escándalo memorable que hubiera despertado a los vecinos, pero su última mascota había muerto hacía unos meses (pérdida de la que aún no se recuperaba por completo) y su casita de madera, ubicada justo bajo la ventana de la alcoba de Archie, estaba vacía y silenciosa.
Por tanto, los globos de colores entraron en la habitación y rodearon al chico como si celebrasen una luminosa mesa redonda, solo que en lugar de mesa había una cama.
Los minutos pasaron y nada sucedió. De haber habido alguien presenciando la escena, habría terminado por aburrirse, por muy extrañas que resultaran las luces, pero de pronto una de las esferas se iluminó más vivamente, y una vocecita preguntó:
—¿Es él?
La voz, apenas audible, parecía provenir del interior de la esfera. Una vez habló, su luz menguó hasta su estado normal. Luego, otra esfera resplandeció de igual forma antes de escucharse la respuesta:
—En efecto. Es él.
Entonces dos de las luces, probablemente las que habían hablado, resplandecieron tan fuerte como una supernova, al punto de convertir la habitación de Archie en un mar de blancura. Pasado un instante, todo volvió a la normalidad, y allí, a los pies de la cama, se encontraban dos personajes bastante singulares. En realidad lucían como dos personas normales, excepción hecha de la vestimenta, que los hacía lucir como salidos de una película de ciencia ficción.
Archie, que apenas se había removido un poco durante toda la escena, no sabía que en su habitación se hallaban, escoltados aún por los cuatro restantes globos luminosos, nada más ni nada menos que el rey y la reina de un mundo conocido como Pangórida.


3

—¿Crees que deberíamos despertarlo? —preguntó el rey Alasad luego unos momentos.
Su esposa, la reina Fridala, se quedó mirándolo como si lo viese por vez primera. Entonces le espetó:
—¡¿Qué clase de estupidez es esa, Al?!
—Lo que quiero decir… —comenzó éste, pero la reina lo interrumpió.
—¿Crees que hemos venido hasta aquí solo para verlo dormir?
—Es que…
—Es que nada. Vamos, despiértalo.
—Querida, está profundamente dormido. Sabes cómo se ponía ella cuando la despertábamos: de muy malas pulgas. ¿Crees que él estará dispuesto a ayudarnos después de que lo despertemos en medio de la noche sin ninguna clase de recato? —el rey se veía francamente incómodo.
—Yo no te estoy diciendo que lo zarandees ni nada parecido —dijo la reina con el ceño fruncido. Se veía a la legua que había sido muy hermosa. De hecho, aún lo era, pero su rostro preocupado le sumaba años que no tenía—. Solo llámalo o muévelo un poco, qué sé yo.
El rey Alasad la miró un instante más, como haciendo un último intento impotente de hacerla entrar en razón. Pero entonces ella le recordó lo que ambos sabían, lo que los había llevado hasta ese apartado lugar, y él ya no tuvo nada que objetar.
—Es nuestra última esperanza, Al, querido. Si él no puede hacerlo, nadie podrá.
El rey asintió y acto seguido se dirigió a la cabecera de la cama.
No obstante, no fue necesario: Archie ya estaba despierto, y los miraba con estudiada curiosidad.


martes, 1 de noviembre de 2011

Los Renegados están de vuelta




Cuenta la leyenda…

Hace cincuenta y tantos años llegó un hombre a la oficina de un tal Peter Wenders presentándose con el nombre de Harris Burdick. Wenders era en ese entonces editor de libros para niños, y el señor Burdick le contó que había escrito catorce cuentos y dibujado muchas ilustraciones para cada uno de ellos. Llevaba un único dibujo de cada cuento para ver si a Wenders le gustaba su trabajo.

Peter Wenders quedó fascinado con las ilustraciones y, por supuesto, le dijo al señor Burdick que le gustaría enormemente leer las historias lo antes posible. El artista quedó en llevárselos al día siguiente y le dejó los catorce dibujos.

Sin embargo, jamás regresó… Nunca más se volvió a oír de Harris Burdick. A lo largo de los años, Wenders trató de averiguar quién era ese hombre y qué le había sucedido, pero no pudo descubrir absolutamente nada.

Hasta la fecha, Harris Burdick sigue siendo un misterio absoluto.

Pero su desaparición no es el único misterio que dejó… ¿Qué historias acompañaban estos dibujos? ¿Qué mundos inverosímiles se escondían tras las ilustraciones? Hay algunas pistas: Burdick escribió un título y un epígrafe para cada ilustración. Lo asombroso es que resulta imposible observar las imágenes y sus epígrafes sin imaginar un cuento, una historia, una aventura. Cada imagen parece una ventana a un mundo escondido esperando ser descubierto.

Mucho tiempo después, las ilustraciones fueron a caer en manos de Chris Van Allsburg, quien se encargó de recopilarlas junto a sus epígrafes en el mítico libro Los Misterios de Harris Burdick.

A través de los años, muchísimos escritores, tanto aficionados como profesionales (entre los cuales se cuenta el mismísimo Stephen King), se han arriesgado a intentar desvelar el misterio que se esconde tras las imágenes, dejando para la posteridad cientos de historias, versiones de toda clase de lo que quizá fuesen los famosos cuentos del escritor y dibujante desaparecido. Algunas habrán sido notables, otras extravagantes, otras tantas divertidas y algunas seguramente espeluznantes…

Pues bien, nos place anunciarles que a partir del lunes 7 de noviembre de 2011, Los Renegados estarán de vuelta, esta vez presentando su propia versión de Los Misterios de Harris Burdick.

Tal y como sucediera con Diario de un Muerto, Los Renegados estarán cada lunes a la hora de siempre (8:00 p.m. Colombia, 10:00 p.m. Argentina) para brindarles una nueva entrega de nuestro proyecto. Pero esta vez habrá algo diferente: nuestras mentes, antes fundidas en un solo ente creativo, se desdoblarán para aportar cada una su propia adaptación, su propia historia basada en cada una de las 14 ilustraciones del misterioso señor Burdick. Es así como cada lunes el Renegado de turno ofrecerá su visión de la historia escondida, comenzando el lunes 7 con la versión de Calavera de la primera ilustración, y siguiendo el lunes 14 con la versión de Adrián, cada cual publicada en nuestros respectivos blogs, y cuyos enlaces estarán puntualmente publicados en el muro de nuestra página de Facebook.

Serán, pues, catorce aportaciones por parte de cada Renegado.

En ningún momento el uno tendrá conocimiento del trabajo del otro, así que será una completa sorpresa, tanto para los lectores como para nosotros mismos, descubrir qué visiones tuvo cada uno partiendo del mismo punto, de la misma imagen…

Como bonus extra, esta vez tendremos un escritor invitado, cuyos textos serán publicados como Notas de Los Renegados, y que nos brindará una tercera versión, ésta más corta, del relato correspondiente. No tendrá fecha ni horario específico de publicación, pero ahí estará, poniendo un ingrediente adicional…

Queda hecha la invitación para que nos acompañen en este nuevo proyecto que sin duda estará plagado de sorpresas inesperadas, mundos desconocidos y aventuras sorprendentes.

Esto comienza en la noche del próximo lunes 7 de noviembre a la hora de siempre.

¡Les esperamos!

:)



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