martes, 26 de julio de 2011

Nuevas Adquisiciones (Stephen King)

Qué bien se siente volver a comprar algo del Maestro…

…¡¡Aunque ya lo tengas!! XDDD

Pues sí, cosas de FriKings demoniaco-compulsivos. :P

Hoy encontré dos ediciones que no podía pasar por alto:

Posesión es un libro bastante difícil de conseguir en Suramérica y más aun en una edición como esta (la que tenía es de DeBolsillo, y vaya que fue un golpe de suerte inmenso). Lo que más me gustó es que en ninguna parte dice “Stephen King”, ni en la portada, ni dentro, ni en el lomo. :D Siempre quise uno así de Bachman. La verdad es que no lo podía creer cuando lo vi. Es una edición un poco rara del Círculo de Lectores que jamás pensé ver por estos lares. :)



Al igual que la edición DeBolsillo y la de los ojos de Plaza & Janés, esta también tiene su Desesperación que le hace juego para completar la cara (el cual ya estoy deseando conseguir!! XD).

¡¡¡¿Se imaginan tener los tres juegos?!!! :O

Y el otro sí es una frikada. XD

The Body, en esa valiosa y curiosa edición ilustrada editada por Penguin Readers, ya lo tenía, pero no podía dejar que cayera en unas “manos inescrupulosas” que no lo aprecien bien, y como es una joya muy rara, le eché el guante, ya sea para venderlo, regalarlo a un FriKing de buen corazón o para presumir que tengo dos!! XDDD

Aunque, eso sí, puedo alegar en mi defensa que no son completamente iguales: el que ya tenía es la primera edición en ese formato, y este que compré es una segunda edición a la que le agregaron un subtítulo a cada capítulo y, por ende, un índice. :D

Ahora bien, lo mejor de Posesión, aparte de que es en tapa dura :P , es la solapa:



Richard Bachman

Falleció en 1985 y escribió antes de morir cinco libros, todos ellos convertidos, nada más hacer su aparición en el mercado, en auténticos best-sellers.

De entre todos, destaca principalmente el volumen “Thinner”, que ha sido considerado por la crítica especializada como uno de los mejores textos de terror de todos los tiempos (esto es bastante discutible… XDDD). “Posesión” ha sido publicada con carácter póstumo, ya que el manuscrito fue descubierto por su viuda en 1994, abandonado entre otros papeles en un rincón del desván.

Demostrando un gran dominio de la técnica narrativa, Richard Bachman consigue mantener al lector en un estado de constante tensión. (Chic@s, aquí viene la mejor parte: XDDD) Entre sus más fervientes admiradores, se encuentra el popular escritor Stephen King, quien asegura complementarse con Bachman de una forma misteriosa y con quien comparte una misma pasión por el poder de lo desconocido.

¡¡¿No es genial?!! :DDDDD

Y como si esa sorpresa de encontrar este par joyas fuera poca, hubo otra que me agradó mucho:

Cuando llegué a la casa y estaba hablando con mi mamá, en algún momento mi vista se topó con unas hojas de periódico que ella había tendido sobre una mesa para poner unas tinturas encima. Fue entonces cuando sucedió lo más extraño: por alguna razón, había una foto del Maestro allí, casi mirándome. ¿Pero qué demonios es esto?, pensé.

Lo que estaba diciendo mi mamá comenzó a entrarme por un oído y a salirme por el otro; sólo podía ver la foto del periódico. :D

Lo tomé y, por todos los santos, me topé con un pequeño artículo sobre el nuevo libro de Stephen King, 11/22/63!!!!! :O



De más está decir que puse cara de FriKing extasiado y guardé el recorte (la hoja completa en realidad) como un pequeño tesoro. :)

;)


lunes, 25 de julio de 2011

DIARIO DE UN MUERTO / Capítulo XII


Los Renegados presentan:

DIARIO DE UN MUERTO
Capítulo XII

Escrito por: Adrián Granatto





21 de junio de 2011

Me siento un estúpido.
La decisión de suicidarme no fue un acto de cobardía; fue un acto de amor para cuidar de la persona que más quería en mi vida. Creí que de esa manera la ponía a salvo.
Pero no fue así.
Y ahora Jessy está en manos de Carvajal.
Gracias a Dios, mi madre no caerá en sus garras…


Ella falleció un año y medio después de mi partida a Nérida. Saber que su salud ya se encontraba deteriorada no me ayudó a mimetizar el dolor de sentirme culpable por su muerte. Sé que le rompí el corazón al marcharme.
En el cementerio me conmoví por la cantidad de gente reunida para darle el último adiós. Un sol radiante engalanaba aquella mañana, contrastando con los anteriores tres días de lluvia que asolaron a Los Altos. El gentío había formado un semicírculo alrededor de lo que sería la última morada de mi madre y escuchaban el panegírico a cargo del párroco. Escuchar esas palabras carentes de emoción dichas por un completo extraño que nunca lograría verter en sonidos la esencia pura de lo que era mi madre, hizo que una tristeza sin parangón me llenara el corazón. Era yo el que tendría que estar allí hablando de ella, no un desconocido.
Luego del servicio, y una vez que la gente se marchó, me arrodillé frente a la tumba y lloré desconsoladamente…
  

—¿Estás bien? —me preguntó George.
Una ráfaga de viento sacudió los arbustos golpeándolos contra la casa. Ese sonido de uñas arañando una pizarra llenó el aire y los cuatro nos estremecimos.
—Estoy bien —logré decir.
—Lamento ser el portador de malas noticias —dijo Bialos—. Pero ahora que lo saben, capaz pueden hacer algo.
—Tú te callas la boca si no quieres que… —comenzó George, pero se detuvo al ver llegar el auto de Alberto—. ¡Mierda! —exclamó. Luego, mirándonos a todos y tomando a Bialos del brazo, agregó—: Seguiremos esta conversación en mi casa. Vamos al auto.
Alberto estacionó la carcacha frente a la casa y recorrió el camino de piedra hasta la entrada. Antes de que pudiera tomar el picaporte, la puerta se abrió, sobresaltándolo.
—¡Hola, mi amor! —saludó Curru.
—¡Pero la puta! —gritó Alberto, tomándose el pecho —¡No me asustes así, por el amor de Dios!
Curru nos guiñó un ojo mientras hacía pasar a su marido. La saludé del mismo modo y los cuatro subimos al Mustang de George.


Desde la última vez que visité la casa de George, las cosas han cambiado un poco. En el living había un sillón de tres cuerpos con señales visibles de haber sido mordisqueado. Capaz un perro, pensé. Una de las patas delanteras del sillón había sido sustituida por un libro para que quedara en posición horizontal. Era un volumen gordo y desde donde estaba pude verle el lomo con claridad. En él decía:


STEPHEN KING

LA CÚPULA


—No es forma de tratar a un libro —le dije a George, señalando el sillón.
—A ese, sí —dijo él—. Es malísimo. Además —agregó—, fue el único que conseguí lo bastante grueso para nivelar el sillón.
Por donde mirase todo estaba lleno de velas. George las iba prendiendo mientras recorría la planta baja. Cuando volvió a nuestro lado y empujó a Bialos al sillón, donde quedó despatarrado, la luz ondulante de las velas le había dado a la habitación un aspecto siniestro, con demasiadas sombras saltarinas moviéndose por las paredes.
—Ahora hablaremos. Siéntense donde gusten.
No había mucho para elegir. George tomó una silla de plástico blanca, Valeria acercó una mesa baja y se sentó en uno de sus bordes, y yo encontré un cajón de fruta al que tanteé antes de sentarme. Se veía lo bastante firme como para arriesgarme a posar mi culo en él.
George nos miró a ambos, asintió con la cabeza, y se dirigió a Bialos, que miraba a su alrededor con cara de sorpresa.
—Dijo algo de un secuestro.
—Así es —dijo Bialos. Miraba a George con miedo—. Verán: Alcides Carvajal tiene un problemón entre manos. Sin el libro no puede recolectar almas; y si no puede recolectarlas, alguien muy feo se pondrá de mal humor. Entonces, dadas las circunstancias, ha decidido jugarse el todo por el todo. Quiere un intercambio: la chica por el libro.
—No podemos hacer eso —habló Valeria—. Con el libro, Carvajal sería imparable y seguiría causando mal. —Me miró a los ojos—. Perdona lo que te voy a decir, Alan, pero la chica es prescindible.
No podía creer lo que mis oídos habían escuchado.
—¿Qué? —logré articular.
—Valeria tiene razón —opinó Bialos, sin dejar de mirar a George—. Devolverle el libro a Carvajal haría que las cosas empeorasen. Yo no lo haría.
Lo miré a George buscando apoyo, pero él se encogió de hombros.
—Tienen razón —dijo—. Piénsalo, Alan: ella está viva, vos estás muerto. Carvajal va a matarla consiga o no el libro, eso es un hecho… Es más, él aún no está seguro de que estés por ahí merodeando en este plano. Lo que hizo es con el fin de que aparezcas. Si no lo haces, le va a importar un pepino acabar con ella.
Llevé mis manos a la cara y espié a George entre los dedos.
—Pero cuando la mate —prosiguió éste—, podrán volver a estar juntos. ¿Cuál es el problema, entonces? Ninguno.
—No puedes estar hablando en serio —le reproché a George, bajando las manos—. Nunca tomaría su vida, ¡nunca! Y no puedo creer que esté aquí escuchándolos a ustedes decir tantas pelotudeces juntas.
—No puedes devolverle el libro, Alan. Debes entender eso —me increpó Valeria.
—¡Ya lo sé! —grité.
Respiré hondo y cerré los ojos. No podía dejarme dominar por el pánico. Eso sería un error en estos momentos. Las emociones son peligrosas y ciegan a las personas. Y una persona obcecada corre el riesgo de dar un paso de más y caer por el precipicio.
—Tengo que salvarla —dije abriendo los ojos—. Ella… —Sentí las lágrimas anegándome la vista—. Jessy merece vivir. —Callé. No podía creer que estuviera llorando, pero así era. Me pasé el antebrazo por el rostro y me puse de pie—. Ella es importante para mí y no voy a dejarla sola. Carvajal se va a arrepentir de haberla secuestrado.
Se produjo un silencio incómodo. Un ruido en la cocina rompió el momento. Todos giramos la cabeza y vimos entrar a un gato. El felino nos observó con desinterés y caminó entre nosotros hasta llegar donde George. De un salto se subió a su regazo y se acurrucó en él. George lo acarició detrás de las orejas y el minino ronroneó feliz.
—¿Qué pasa? —preguntó al notar nuestras miradas.
—¿Tenés un gato? —dijo Valeria.
—No, es un perro disfrazado… ¡Claro que es un gato!
—¿Y qué hacés con un gato?
—¿No puedo tener un gato? Apareció un día buscando comida. Le di un poco y se encariñó.
—¿Acaso tiene importancia el puto bicho? —dije.
—No, no la tiene —dijo George mientras seguía acariciándolo—. Por supuesto, hagas lo que hagas, no te voy a dejar solo. Puedes contar conmigo para esto, Alan.
—Y conmigo —se sumó Valeria.
—Hay otra cuestión —dijo Bialos desde el sillón. Temblaba. No sé si de miedo o de emoción—. Sin el libro, Carvajal está indefenso. Si él muriera en estos momentos, las almas quedarían liberadas. Y lo mejor de todo es que el demonio se llevaría la suya por las molestias ocasionadas.
Se quedó callado, paseando la vista entre nosotros tres y con una sonrisa tonta en el rostro que poco a poco se le fue diluyendo, a la vez que sus ojos se ensombrecían.
—¿No entien… no entienden? —tartamudeó—. Si matamos a Alcides Carvajal ahora, liberaríamos a todas las almas que tiene en su poder. ¡Quedaría libre! —gritó exaltado.
Valeria respingó. El gato se erizó en el regazo de George, echando las orejas hacia atrás.
Nunca se me había pasado por la cabeza asesinar a nadie. Mi inocente idea era… bueno, en verdad no tenía ninguna.
—Yo me ocupo —dijo George. Acariciaba al gato tratando de tranquilizarlo—. Tengo experiencia en el tema.
—Corremos con ventaja —dijo Valeria—. Ya estamos muertos y ellos tienen mucho que perder.
Las palabras de Valeria me sonaron lejanas. La única voz que oía en mi cabeza era la de George.
Tengo experiencia en el tema”.
¿Experiencia en qué? ¿En matar gente?
Pensé (y no por primera vez, si vamos al caso) que no conocía del todo a George. ¿Y si era peligroso? Y esta idea me llevó a otra: ¿Y si era espía de Carvajal y todo esto era una maldita trampa para conseguir el libro? Recordé cuando lo conocí. ¿Cuántas posibilidades había para ese encuentro? Demasiadas. Una entre un millón.
Observé a George, que seguía acariciando al gato. ¿Era esa la imagen de un asesino o de un espía? No lo sabía, pero la semilla de la duda ya se había plantado en mí y comenzado a germinar.
—Algo peor que la muerte —decía Bialos en ese momento—: el olvido absoluto.
—¿Qué? —murmuré. Me había perdido toda la conversación.
—¿Qué te pasa, Alan? —preguntó Valeria—. ¿No estás escuchando?
—Perdón, estaba en otra cosa.
George me miró, arqueando una ceja.
—¿Estás bien?
—Sí, sí —dije—. ¿Qué me perdí?
—El hombre está diciendo que podemos morir, Alan —explicó Valeria.
—¿Eh? —logré decir. Otra sorpresa más. No creí estar preparado para todo esto. Si hubiera seguido mis primeros impulsos de mantenerme alejado de los demás, ahora no estaría en esta encrucijada. Aunque eso era una mentira, por supuesto. Tarde o temprano hay que enfrentarse a las decisiones que uno ha tomado a lo largo de su vida, y este era mi propio momento—. Bialos, por favor, repita lo que decía.


jueves, 21 de julio de 2011

Nuevas Adquisiciones (Dan Simmons - Ira Levin)

Nada más ayer le decía a Luther, del blog Pulp Terror, que extraño mucho ir de cacería. Es la “parte mala” de tener ya casi todo lo del Maestro del Terror en castellano (me faltan sólo La Cúpula y Después del Anochecer, ¿recuerdan?) :)

Pues bien, hoy fui con no pocas expectativas a ver si hallaba al menos uno de los títulos de la lista de 10 que Stephen King menciona en Danza Macabra, su completo ensayo sobre el género del terror, como los más fundamentales del género, y de los cuales ya les contaré en su momento cuando publique la reseña correspondiente. ;)

No tuve tanta suerte, pero no podía regresar con las manos vacías, así que compré estos dos:




Uno de los libros de la susodicha lista ya lo tengo (Fantasmas, de Peter Straub), y hay otros dos que creo que no están en castellano, así que quedaban siete como opción. Nada fáciles, es verdad, pero sí tenía esperanzas de hallar algo.

Desgraciadamente, repito, no tuve buena suerte. Lo que me hace sorprenderme una vez más de que tenga ya casi todo lo de Stephen King viviendo en una ciudad (y un país) donde hay un mercado tan flojo en lo que a literatura de horror, ciencia ficción y fantasía se refiere. Yo mismo me sorprendo de tener 103  libros de Stephen King o relacionados con él, sabiendo lo difícil que es conseguir ese tipo de libros por estos lares.

¿La fórmula, entonces? Buscar incansablemente en TODAS partes, una y otra vez. Incluso viajar a la capital y arrasar con todo si es necesario en un Apocalíptico Safari Kinguiano!!! XD

De los títulos que buscaba, sólo había uno que sabía que encontraría fácilmente, pero como ya lo leí hace un tiempo, lo tenía de último en la lista. No obstante, al no encontrar los otros, pues me decidí a comprarlo. Se trata de La Semilla del Diablo (también conocido como El Bebé de Rosemary), de Ira Levin, en una edición del Círculo con una portada genial. :)

Y por otra parte, debo decir que sí hubo una sorpresa inesperada. Fue en una de esas librerías con pocas estanterías medianamente ocupadas, a las que miras de reojo sin siquiera molestarte en preguntar. Me acerqué porque el tipo me preguntó si buscaba algo. Por supuesto, no tenía nada de la lista. Pero mientras él la revisaba, me puse a mirar los lomos y vaya sorpresa me llevé al encontrar un título de Dan Simmons, uno que nunca vi por aquí (de hecho, no he leído nada de él) y que siempre me ha intrigado porque lo relaciono mucho con la historia de Indiana Jones y el Templo de la Perdición (la segunda película de la saga): se trata de La Canción de Kali en una edición de bolsillo con una portada bastante ominosa… :D

Algo me tenía que traer, ¿no?

;)

martes, 19 de julio de 2011

Misery, de Stephen King

Paul Sheldon es un escritor que sufre un grave accidente y recobra el conocimiento en una apartada casa en la que vive una misteriosa mujer, corpulenta y de extraño carácter. Se trata de una antigua enfermera, involucrada en varias muertes misteriosas ocurridas en diversos hospitales. Fanática de un personaje de una serie de libros que él ha decidido deja de escribir, está dispuesto a hacer todo lo necesario para "convencerlo" de que retome la escritura. Esta mujer es capaz de los mayores horrores, y Paul, con las piernas rotas y entre terribles dolores, tendrá que luchar por su vida. Un relato obsesivo y aterrador, que solo Stephen King podía ofrecernos.

Con esta novela, Stephen King comprueba una vez más que no necesita de ningún elemento sobrenatural para crear una buena historia de terror. Es de maravillarse la forma en que el escritor de Maine crea una novela sumamente atrapante con apenas dos personajes en una casa. Poco después, incluso, llevaría a cabo la arriesgada empresa de escribir una novela (El Juego de Gerald) con prácticamente una sola protagonista (Jessie Burlingame)…

Primera edición en inglés,
editada por Viking
Misery, publicada en 1987, es una novela de terror psicológico en la que a lo largo de casi cuatrocientos páginas nos metemos en los zapatos de Paul Sheldon, un escritor conocido principalmente por una saga de novelas románticas que justamente le dan título a la novela de King, y que ha decidido “destetarse” de la serie para volver a lo que él mismo considera su aspecto serio en la literatura (por más que la crítica —y su agente— no esté de acuerdo).

Hospedado en una cabaña en Colorado, recién acaba su nueva novela (Automóviles Veloces) Paul parte hacia el oeste con una sensación de plenitud que lo lleva peligrosamente a desoír los avisos de tormenta que emite la radio, adentrándose en unas carreteras llenas de nieve que muy pronto desencadenarán lo inevitable: Sheldon sufre un aparatoso accidente que casi le cuesta la vida. Para su suerte (?), es salvado por Annie Wilkes, su autoproclamada fan número uno, que lo llevará a su propia casa y le dispensará muy amablemente los cuidados necesarios para su recuperación.

Muy pronto, Wilkes demostrará estar bastante perturbada y Sheldon se verá obligado a escribir una nueva novela de Misery, la obra preferida de Annie, luego de que esta sucumba de locura y muestre su verdadera personalidad al enterarse de que Misery Chastain, la protagonista de la obra, ha muerto en la última entrega recién publicada de la saga...

De ahí en adelante, la tensión y el horror de su cautiverio irán en aumento...

Uno de mis tesoros más preciados:
Una edición alemana de Misery editada
por Heyne, con una portada espectacular. :)
Misery se adaptó a la gran pantalla tres años después por el director Rob Reiner, protagonizada por la gran Kathy Bates (en un papel que le mereció el Oscar a Mejor Actriz) y por James Caan, en una interpretación que, en palabras del propio King, deja mucho que desear. La película fue un rotundo éxito, y aún hoy es considerada un clásico del cine de terror, no obstante lo cual, en mi opinión, no refleja uno de los aspectos más interesantes de la novela: El Retorno de Misery, la novela ficticia que Annie obliga a escribir a Paul. En la última entrega de la saga romántica de Sheldon, la protagonista muere, así que el escritor se ve entre la espada y la pared para traerla de vuelta. Paul escribe un primer borrador que contradice el final del último libro, y Annie se lo hace saber de forma no muy amistosa. Paul le da vueltas en la cabeza y lo que sale luego, la segunda versión de El Retorno de Misery (una de las partes que más me gusta de la historia), bien podría haber salido de una de las novelas más terroríficas del propio Stephen King.

Misery es un acierto desde todo punto de vista: es una historia sencilla, atrapante, sumamente inquietante y que, a pesar de contar con sólo dos personajes, en ningún momento se hace densa o pesada. Y como si fuera poco, le tapa la boca a los críticos que lo atacan constantemente con una historia que no contiene eventos sobrenaturales ni monstruos de ninguna clase..., al menos no como los solemos ver en el género...

;)

lunes, 18 de julio de 2011

DIARIO DE UN MUERTO / Capítulo XI


Los Renegados presentan:

DIARIO DE UN MUERTO
Capítulo XI

Escrito por: George Valencia (Calavera)





19 de junio de 2011

Es el momento.
Es hora de que llegue la acción.
A decir verdad, una gran parte de mí desearía que todo volviese a la normalidad, que las sorpresas terminasen. Esta tensa calma me tiene cada vez más desesperado, me causa desasosiego y un sentimiento de incertidumbre nada agradable.
Si nos ponemos a pensarlo detenidamente, resulta bastante irónico que justo cuando conocí a personas a las que puedo llamar sin lugar a dudas “amigos”, justo cuando dejé atrás esa tranquila aunque amarga soledad, cuando mi situación actual ha tomado una forma peculiarmente semejante a la vida, justo ahora, repito, mi pasado, el mismo que pensé que había dejado bien enterrado, ha vuelto ahora como un zombi vengativo dispuesto a devorar mi apacible “vida en muerte”.
Tiene su lado bueno, es cierto, porque no me hubiera gustado enfrentarme a todo este embrollo solo. Pero no hay duda de que todo este asunto está revestido de una singular ironía.
Así que, como digo, esta espera está comenzando a minar mis nervios. Sé que tendremos que hacer algo, para bien o para mal, así que si no lo hacemos ahora, al final voy a sufrir un colapso nervioso. Además, tengo la corazonada de que si no somos nosotros los que damos el primer paso, será ese bastardo el que terminará dando con nuestro paradero. Y de ser así, si es él el que nos encuentra primero, contándonos cosas y recordando otras como niños en un campamento, y sin mover un dedo, seremos presa fácil.
Es el momento.


20 de junio de 2011

En la tarde de ayer, como si algún ser omnipresente hubiese leído lo que escribí por la mañana, los engranajes que mueven esta extraña maquinaria dieron un nuevo giro inesperado…


Valeria ha hecho buenas migas con Curru, así que ahora no sólo no sale de mi casa, sino que se ha mudado a ella. Bueno, no a mi casa, sino a nuestra casa. Tengo que estarme recordando constantemente que ahora no sólo es mi hogar, sino también de María y su esposo. La verdad, las cosas han salido bien. Nos la llevamos muy bien todos, sobre todo las chicas, que no paran de hablar en todo el día. Eso ha sido el remedio para las frecuentes desapariciones de Valeria. En cierto modo, siento celos por ello. Pero bueno, las mujeres se entienden entre sí, tienen su propio lenguaje privado y, por mucho que George y yo fuésemos sus amigos, desde ningún punto de vista se compara tener una confidente femenina para contarle sus cosas que tener a un par de muertos pelotudos para hacerlo.
Así que Valeria se pasa todas las tardes hablando con Curru de mil historias diferentes. Las escucho desde el living riendo y parloteando sin cesar.
George también pasa más seguido por aquí.
Viéndolo bien, la anteriormente silenciosa y apacible casa, se está pareciendo cada vez más a una bulliciosa pensión para muertos desempleados.


A eso de las cuatro de la tarde, con el sol dirigiéndose perezosamente al horizonte, George llegó en su Mustang. Por los parlantes del auto salían los acordes de un tema de los Gunners. Pudiste haber sido mía, cantaba Axl a voz en cuello.
Yo estaba en el porche, dormitando, arrullado por las voces de las chicas que salían por la ventana de la cocina. Había almorzado hacía un rato, y estar confortablemente ahíto, sumado al calor de la tarde y la apacible brisa, había hecho que me invadiera un agradable sopor… Hasta que llegó George atronando en la tarde con algo de heavy metal, por supuesto.
Se quedó un par de minutos sin bajar del auto, esperando a que terminara el tema y sacudiendo su cabeza mientras tocaba una guitarra imaginaria. No pude evitar sonreír. A pesar de toda la locura de las últimas semanas, él siempre encontraba el momento para olvidarse de todo y dejar que la música hiciera el resto.
Terminada la canción, apagó el pasa cintas y se apeó.
Se encaminó hacia la casa saludando con la mano, y entonces una extraña expresión asomó a su rostro. Fue sólo por un instante ínfimo, pero la noté a la perfección. Algo pasó por su cabeza, y aunque no sabría decirlo con certeza en ese momento, estuve seguro de que algo se traía entre manos.
Aunque trató de disimularlo bien, muy pronto noté que su actitud había cambiado; estaba distraído.
—Hola, George —saludé.
Él estaba mirando el vacío, completamente absorto.
—Hola, viejo Alan —respondió luego de un momento.
—¿Pasa algo? —pregunté inquieto. No me gustaba verlo así. En otra persona sería algo normal esos lapsus de introspección, pero en alguien que por lo general habla hasta por los codos la cosa se teñía de un tinte bastante perturbador.
—¿Qué?
—¡Que si pasa algo, George! Tienes una cara de lelo muy desagradable.
—Mmm… No, no pasa nada. Es sólo que…
—¿Es sólo que qué?
Me miró un momento, o más bien me traspasó con la mirada. Resultaba claro que su mente estaba en otra parte.
—Espérame aquí, Alan. Ya vengo.
—¡Pero si acabas de llegar! ¿Adónde vas?
—No tardo. Sólo hazme caso y quédate donde estás.
—¡Como diga el señor, entonces! —exclamé cada vez más confuso, mientras veía cómo volvía al auto y regresaba por donde había venido.
Curru y Valeria siguieron su infinita charla, al parecer ajenas a la pequeña conversación que se acababa de llevar a cabo afuera.
Me quedé desconcertado, sin saber muy bien qué hacer. No obstante, al final decidí hacerle caso a George y permanecí en el porche, disfrutando de la agradable tarde. El sonido de las ramas de los árboles mecidas por el viento se sumó al apacible murmullo de las voces de las chicas, conjugándose en arrullo adormecedor. A pesar de la intranquilidad de los últimos días, a la constante incertidumbre que me ha invadido, no pude menos que disfrutar de la tarde. Que se fueran todos al orto. Alan Santos quería darse una siesta y olvidarse de todo.
Muy pronto me quedé dormido…

viernes, 15 de julio de 2011

Harry´s Law



Últimamente, por causas personales que no vienen al caso, he tenido un poco descuidado el blog. :( Tengo pendiente la reseña de Misery, de Stephen King, que terminé de releer esta semana, uno que otro meme y varias entradas que tenía planeado escribir.

La verdad es que me ha quedado poco tiempo, a pesar de que estoy sin trabajo, y no he tenido cabeza para hacer las cosas que me gustan, una de las cuales es, por supuesto, tener frecuentemente actualizado el blog con temas interesantes.

Pero bueno…, ya habrá tiempo. :)

Mientras tanto, más que recomendarla (pues no sé mucho del tema), quisiera llamar la atención sobre la nueva serie que se estrenará en Warner Channel el próximo lunes 18 de julio. Y es que es justamente la grandiosa Kathy Bates, la protagonista de la adaptación cinematográfica de Misery (el libro que estuve releyendo estos días), la estrella de Harry´s Law, una serie que por lo que he visto pinta muy bien. :D

Kathy Bates se ganó hace mucho el respeto de los fanáticos de Stephen King por su papel en Misery (Rob Reiner, 1990), donde interpreta a la maniática Annie Wilkes (papel que le mereció un Oscar a Mejor Actriz), y por su intachable actuación en Dolores Claiborne (Taylor Hackford, 1995), basada en la novela del mismo nombre. Pues bien, ver una nueva serie de televisión protagonizada por esta excelente actriz que ya encarnó a dos de los personajes más emblemáticos del Maestro del Terror no deja de tener su atractivo, sobre todo al ver que Kathy Bates, por lo que he visto en lo promos, parece estar poniendo algo de Annie Wilkes en el personaje!!!! XD

He aquí la presentación que nos ofrece Warner Channel de Harry´s Law, una serie que al parecer ya fue estrenada anteriormente por NBC:

Kathy Bates como Annie Wilkes en Misery
Una abogada se dedicará a salvar a dudosos inocentes, siempre con un humor muy particular.

Warner Channel presenta el estreno de la nueva comedia dramática Harry's Law, que podrá verse a partir del 18 de julio, todos los lunes a las 21.00.

Creada por el ganador del Emmy® David E. Kelly (Chicago Hope, Ally McBeal, The Practice, L.A. Law y Boston Legal) y protagonizada por la ganadora del Oscar® y del Golden Globe® Kathy Bates (Misery, Las confesiones del señor Smith, Titanic) narra la historia de Harriet "Harry" Korn, una exitosa abogada de patentes que ha perdido la motivación y que para colmo de males es despedida del estudio para el que trabajaba.

La acción comienza cuando varios sucesos conducen a "Harry" a conocer gente clave y el lugar ideal para instalar su propio bufete. El problema es que su nueva oficina es también ¡una zapatería!, y está ubicada en un barrio donde abundan criminales. Pero para hacer sus primeras armas en esta nueva etapa de su carrera, tendrá la ayuda de un poco ortodoxo colega y de personas que le harán ver que las cosas siempre pasan por algo, y que ella también puede ser una buena litigadora en casos penales.

Junto a Harriet está Adam Branch (Nathan Corddry, The Pacific, 30 Rock, The Ugly Truth), un joven abogado que con métodos poco ortodoxos, mucha estrategia y humor se enfrenta a los casos más complicados. Jenna Backstrom (Brittany Snow, Gossip Girl, Hairspray) es la asistente de "Harry", su brazo derecho y siempre está dispuesta a ayudarle, incluso fuera del trabajo. Además, es la responsable de vender los zapatos en el bufete. Malcom Davies (Aml Ameen, Kidulthood, The Bill) es sin duda el gran responsable del nuevo destino de "Harry": si él no hubiese elegido suicidarse desde un edificio, ella estaría quién sabe dónde.

En el episodio Pilot, el lunes 18 de julio, "Harry" conocerá bruscamente a Malcom y a Adam, mientras se instala en su nueva oficina y comienza con sus primeros juicios en la Corte.

Harry's Law, a partir de 18 de julio, todos los lunes a las 21.00 en la pantalla de Warner Channel.


Bueno, creo que le daré la oportunidad a esta serie el próximo lunes a ver qué tal está. Si me gusta, no está nada mal el horario: justo antes del horario en que se emitió la primera (y espero que la segunda también) temporada de The Walking Dead.

;)

lunes, 11 de julio de 2011

DIARIO DE UN MUERTO / Capítulo X


Los Renegados presentan:

DIARIO DE UN MUERTO
Capítulo X

Escrito por: Adrián Granatto





12 de junio de 2011

No estoy acostumbrado a escribir tanto.
Verdaderamente estos días pasados han trascurrido en un frenesí de letras que me ha dejado exhausto, así que luego de un merecido descanso para mi mano, hoy retomo este diario para volcar las novedades recientes.
De Valeria no tengo noticias. No me preocupo por eso. El que sí me preocupa es George. Todavía no le conté lo del sueño (o recuerdo, ya no sé como llamarlo) y sé que le va a interesar, pero lo noto raro y me preocupa. Capaz son sólo ideas mías y la cosa pasa por otro lado; después de todo, no conozco a George tan bien y tal vez esos raptos de introspección en él son cosa normal.
Preferí dejarlo con sus cuitas, así que ayer salí de casa dispuesto a despejar la cabeza, pero no más cerré la puerta me encontré con un Sedán verde estacionado frente a la casa. En la puerta del conductor se leía:

INMOBILIARIA DE LOS ALTOS
DANNETTO & HNOS
PRIMERA EN VENTAS

 Y en la luneta trasera llevaba una calcomanía que decía:

LOS ALTOS
UN BUEN LUGAR PARA VIVIR LA VIDA

Y la muerte, pensé. Es un buen slogan.
Del auto bajó una mujer muy atildada vestida con falda, saco y el pelo recogido en un tirante rodete. En la mano traía una carpeta. Cerró la puerta y se apoyó en ella. Miró su reloj y luego el camino. Resopló y cambió el peso de su cuerpo de una pierna a la otra.
Estaba claro que tendría que hacer mi acto fantasmal antes de marcharme, porque si no corría el riesgo de quedarme sin casa.
La mujer volvió a resoplar y comenzó un leve taconeo. No creo que fuera consciente de ello. Parecía como si de pronto hubiera sido poseída por el espíritu de una bailadora de flamenco.
Volvió a mirar el reloj y, al levantar la vista hacia el camino, vio venir un auto. Era viejo y llevaba el paragolpes delantero sostenido por alambres. La patente había pasado a mejor vida, vaya uno a saber en cuál de los tantos caminos recorridos.
Un hombre de edad bajó del vehículo con dificultad y estrechó la mano de la mujer que ahora sonreía de forma ladina. Mientras el hombre se disculpaba por la tardanza, abrió la puerta trasera y sacó una silla de ruedas. La desplegó delante de él, le puso los seguros, y la llevó rodando hasta la puerta del acompañante. Ayudó con delicadeza a una anciana a trasladarse a la silla y, lentamente, recorrieron los tres el camino de piedras que conducía a la casa.
La mujer de la silla llevaba un pañuelo en la cabeza, de donde sobresalían mechones de cabello blanco, y una manta cubriéndole las piernas. Una de sus manos descansaba en su regazo, mientras que la otra se posaba sobre la diestra del hombre que empujaba la silla. El anciano continuamente se acercaba al oído de la mujer y le susurraba. Ella sonreía y asentía con la cabeza.
Automáticamente empaticé con la pareja de viejitos y me sentí una basura por tener que echarlos, pero no quedaba otra. Conseguir casa en Los Altos es complicado, a menos que tomes una casa abandonada como George; pero siempre me gustó el confort y no iba a dejar que una pareja de ancianos, por más bien que me cayeran, me arrebataran ésta que estaba bastante bien.
Llegaron al umbral y la mujer sacó una llave del bolsillo del saco. La introdujo en la cerradura y se sorprendió cuando notó que la puerta estaba abierta.
—Debieron ser los de la limpieza —mintió—. Todas las semanas pasan para quitarle el polvo a las propiedades que tenemos en venta. No se dan ustedes una idea de la cantidad de suciedad que acumula una vivienda deshabitada. Es increíble.
Entraron a la casa y yo con ellos. Recorrieron la planta baja y, al llegar a las escaleras, el hombre se arrodilló frente a su mujer, ocultando una mueca de dolor.
—Voy a arriba unos minutos, mi vida. ¿Vas a estar bien?
Ella le acomodó el pelo en un gesto lleno de ternura.
—Claro. Pero no tardes.
El hombre le besó las manos y subió las escaleras acompañado de la mujer de la inmobiliaria.
Fui tras ellos para comenzar con el espectáculo, cuando la anciana de la silla dijo en voz baja:
—No me deje sola, muchacho. Venga y hágame compañía. Y, mientras tanto, me cuenta cómo es el asunto de ese lado.


Me quedé patitieso al oír a la mujer y sentí cómo la mandíbula me caía laxa hasta el ombligo. Ella soltó una carcajada.
El viejito se asomó por la barandilla.
—¿Pasa algo, Curru? —preguntó preocupado.
—No, nada, mi amor —dijo la mujer todavía riendo—. Me acordé de algo gracioso, nada más que eso.
El hombre se quedó unos segundos más observándola, supuse que preguntándose si debía bajar o no, y al final volvió con la profesional de la inmobiliaria.
Mientras tanto, yo seguía en los primeros escalones, estático y sin saber qué hacer.
—Vamos, muchacho, no sea tonto y acérquese. Me va a hacer hablar alto y mi esposo va a creer que estoy loca en serio.
—¿Puede verme? —logré decir mientras me acercaba.
—Bueh… —dijo ella revoleando los ojos—. Tal parece uno pierde la inteligencia cuando pasa para el otro lado. Me imaginaba cualquier cosa, menos eso. ¡Y claro que puede verlo, hombre! ¿O usted cree que de verdad estoy loca y hablo sola?
—Es que pensé que éramos invisibles para ustedes —traté de defenderme.
—Y lo son, no se preocupe por eso, muchacho. Yo comencé a verlos hace ocho meses, cuando enfermé. Supongo que eso tendrá algo que ver. Lo digo por lo de la cercanía con la muerte y todo el blablabla. El médico me dio seis meses. —Hizo un silencio y luego repitió—: Seis meses. Ya llevo ocho, lo que significa que ese matasanos no sabía un carajo de nada.
—Ajá —dije yo.
—¿Esta es su casa? Muy linda, acogedora. Me gusta. ¿Le molestaría si nos quedáramos? Mi marido quiere que mis últimos momentos sean al aire libre, con el verde, los árboles y los pajaritos. Yo no le quiero cagar la ilusión, le soy sincera. Me da lástima verlo así. No sé qué va a ser de él cuando yo me vaya…
»Pero a mí el verde como que me repele, ¿vio? A mí deme el cemento de la ciudad y el sonido del tránsito. Llego a oír el piar de un pajarito y le juro que lo bajo de un hondazo. Lo que pasa es que me da cosa contradecirlo y lo dejo que haga.
—Ajá —volví a repetir.
—La primera vez que vi a uno de ustedes me cagué en las patas. Estábamos en la calle, paseando. Yo en esos momentos podía caminar; poco, pero podía. Y vi venir a un hombre que observaba la numeración de las casas. Pensé que buscaba una dirección. Pero al acercarnos noté que estaba pálido, casi blanco, y me detuve a preguntarle si estaba bien. Mi marido frunció el ceño y miró para todos lados. Yo seguía preguntándole al paisano éste, que me miraba con los ojos bien abiertos y más pálido que un cirio de semana santa, si necesitaba algo, si se sentía mal. “Vamos, Curru”, lo oía decir a mi marido mientras me tironeaba del brazo, “Vamos que hace frío”. “Pero el pobre hombre…”, dije yo. “¿Qué hombre?”, se detuvo en seco mi marido volviendo a mirar alrededor. “El hombre, Beto, el que está allí”. Señalé con el dedo por detrás de nosotros. El hombre estaba a no más de dos metros de distancia, pero Beto parecía no verlo…
»Después empecé a encontrármelos por todos lados. Ya empezaba a parecerme al nene de la película, ese que decía que veía gente muerta.
»La cuestión es que yo soy muy dada y empecé a hablar con ellos de la misma forma como hablo con usted, y mi marido empezó a creer que deliraba. Consultó con el boludo ese de los seis meses y éste le dijo que hablar incoherencias era parte de la enfermedad, que era uno de los tantos síntomas. Ahí fue cuando habló de la internación. Le juro, muchacho, que se me frunció el culo al escucharlo decir eso. ¿Yo internada y a merced de ese inconsciente? ¡Ni en pedo! Empecé a temblar y mi marido se avivó al toque. Le dio las gracias al medicucho y, desde ese momento, se le puso en la cabeza lo de llevarme a vivir mis últimos días en las afueras de la ciudad.
—Ajá.
—¿Teniendo un idioma tan rico en expresiones, muchacho, y a usted lo único que le sale decir continuamente es “Ajá”?
—Es que estoy sorprendido —dije—. No me esperaba esto.
—Esto puede llegar a ser interesante —dijo la mujer, sonriendo. La cara se le iluminaba al hacerlo—. Mi marido necesita ir seguido a la ciudad, cosas de negocios, y podríamos usar ese tiempo para conversar. La idea de él era ponerme una dama de compañía para que me cuide, pero yo sé cuidarme bastante bien sola. —Me miró fijamente—. Entonces, ¿qué le parece? ¿Le gustaría pasar algunos momentos conmigo? Así como hablo hasta por los codos, también soy muy buena escuchando.
Abrí la boca para decir que no, pero lo que salió fue:
—Sería un honor, bella dama.
Ella se rió teniendo la precaución de taparse la boca.
—No sea tan lisonjero con esta anciana, muchacho. Guarde los piropos para señoritas más jóvenes.
Luego estiró su mano y yo se la tomé entre las mías. La sentí cálida y deseé un abrazo. ¿Cuánto hace que no siento el calor humano de un abrazo? Mucho tiempo, lamentablemente.
—Me llamo María Dorrego —se presentó—, pero mis amigos me dicen Curru.
—Encantado, María. Yo soy Alan, Alan Santos.
El marido de María y la mujer de la inmobiliaria bajaron las escaleras. Ella le mostraba algo en la carpeta y él asentía seriamente. Al llegar junto a su esposa, volvió a arrodillarse frente a ella.
—Arriba no es la gran cosa —dijo él—. Tres habitaciones y un baño. Tenemos todo lo necesario para nosotros aquí abajo. Sólo necesito saber si te gusta la casa.
Ella le besó la frente, me echó una mirada fugaz, y respondió:
—Claro que sí, mi vida. Me encanta.

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